martes, 28 de mayo de 2013

Poemas





Para todo animal que habita tierra,
si no es de aquel que el sol odia y su lumbre,
tiempo es de trabajar mientras hay día;
mas, cuando sus estrellas muestra el cielo,
cual vuelve a casa, cual duerme en la selva
por reposar al menos hasta el alba.

Y yo, desde que empieza bella el alba
a sacudir la sombra de la tierra,
despertando las criaturas de la selva,
no hallo al llanto paz bajo la lumbre;
después, al ver estrellas en el cielo,
voy entre llanto deseando el día.

Cuando la noche expulsa el claro día,
y nuestra oscuridad brinda a otros alba,
miro contrariado el crudo cielo,
que me ha compuesto de sensible tierra;
y maldigo el día aquel que vi la lumbre
que me hace parecer crïado en selva.

No creo que jamás paciese en selva
criatura tan cruel, de noche o día,
como aquella que lloro en sombra o lumbre
sin cuita de primer sueño o de alba;
porque, aunque soy mortal cuerpo de tierra,
mi firme desear viene del cielo.

Antes que vuelva a vos, luciente cielo,
o caiga abajo en la amorosa selva,
dejando el cuerpo como triste tierra,
vea en ella yo piedad, que un sólo día
puede enmendar diez mil, y antes del alba
ser feliz el que no al marchar la lumbre.

¡Quién la tuviese tras marchar la lumbre,
sin ver otro que estrellas en el cielo,
una noche y que nunca fuese el alba,
y no se transformase en verde selva
para huir de mis brazos, como el día
que aquí la siguió Apolo por la tierra!

Mas yo seré ya tierra en seca selva
y el día verá estrellas en su cielo,
antes que a un alba tal le dé el sol lumbre.


Para todo animal que vive en la selva,
al que le gusta los claros del día,
trabajan al dia, hasta que se va el sol,
cada uno vuelve a su guarida
hasta la otra mañana.

Y yo, desde que sale el sol
hago mis cosas,
y empiezo a despertar a la selva,
no se escuche silencio allí;
después empezó a salir en sol en el cielo.

Cuando la noche expele el claro día,
y nuestra tiniebla brinda a otros alba,
miro contraído el duro cielo,
que me ha compuesto de apreciable tierra;
y maldigo el día que vi la luz
que me hace parecer criado de la jungla.

No creo que jamás paciese en la jungla,
criatura tan mala, de noche o día,
como aquella que lloro en sombra o luz,
sin tristeza de primer sueño o de alba;
porque, aunque soy mortal cuerpo de tierra,
mi seguro desear viene del cielo.

Antes que vuelva a vos, luciente cielo,
o caiga abajo en la amorosa jungla,
dejando el cuerpo como apenada tierra,
vea en ella yo tristeza, que un sólo día,
puede enderezar diez mil, y antes del alba
ser feliz el que no al marchar la luz.

¡Quién lo tuviese tras irse la luz,
sin ver otro que luceros en el cielo,
una noche y que nunca fuese al amanecer,
y no se transformarse en verde jungla
para irse de mis brazos, como el día
que aquí la persiguió apolo por la tierra!

Mas yo seré ya tierra en seca jungla,
y el día verá luceros en el cielo,
antes que a un alba tal le dé el sol la luz.

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